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sábado, 24 de abril de 2010

Nuevas lecturas sobre la lectura.

La tecnología altera el hábito de abrir un libro.


Fue hace tan solo unos meses, en octubre de 2009, cuando en la Feria del Libro de Fráncfort se pronosticó que en 2018 el libro digital habría superado al libro impreso en el mercado tradicional. Román Gubern, en su 'Metamorfosis de la lectura' que acaba de publicar en Anagrama, le añade el adjetivo de «pomposo» a tan precipitada declaración. Sin un margen de tiempo lo suficientemente amplio para que se asiente toda esta vorágine de cambios en torno al mundo del libro, jugar a las predicciones implica el riesgo de caer en pronósticos absurdos. Como cuando, en 1883, Albert Robida afirmó en un libro visionario titulado 'Siglo XX' que los trenes dejarían de circular por Francia en 1915.
Porque, como señala Gubern en su ensayo, el volumen del negocio del e-book creció en el ejercicio pasado un engañoso 134%, puesto que sólo representa un aumento del 0,8% de las ventas libreras en Estados Unidos y un 0,6% en Reino Unido. A los dispositivos existentes hasta ahora les faltaba el apoyo editorial para su total implantación.
Poco a poco, las editoriales empiezan a pensar en los libros electrónicos y algunas de ellas como Bubok o, más discretamente, E-litterae, se focalizan de modo preciso hacia ese sector. Sin abandonar el papel, abren sus puertas a los formatos digitales, tanto a la descarga en PDF como a la transmisión a los distintos e-books, teléfonos móviles o e-readers (dispositivos que, entre otras aplicaciones, están pensados para la lectura digital, entre los que el más popular se encuentra el iPad de Apple, que llegará a España en mayo y cuya demanda supera todas las previsiones).
El tiempo ha demostrado que la nueva era del libro no se trata sólo de una conversión tecnológica como la que se dio del paso de la 'casette' al cedé, sino que implica la convergencia progresiva de varios factores. Uno de ellos es el cambio de hábito, porque así como para escuchar música bastan dos oídos y buena predisposición, la lectura en papel o en soporte digital presenta no pocas diferencias. Otra razón de este lento despegue es la poca oferta, al menos de novedades, y especialmente en España. «Me parece preocupante la escasísima oferta de contenidos que hay, lo que lleva a que muchos compradores tengan que acabar recurriendo a formas alternativas de hacerse con estas publicaciones porque las editoriales simplemente no están preparadas», opina Javier Pedreira (Wicho), del blog Microsiervos.
Otros indicadores que confirman la sosegada implantación de lo digital en el campo de la literatura se pueden constatar en actos como el Día del Libro de Barcelona, Sant Jordi, del viernes. Antoni Daura, presidente del Gremio de Editores de Cataluña ofrece, en declaraciones a Territorios, una lectura bastante fiel de la situación actual del libro electrónico en relación al tradicional: «No tenemos prevista ninguna acción específica dedicada al libro electrónico en Sant Jordi por dos razones. La primera, que no hay una oferta comercial potente, con novedades interesantes, ni tampoco suficiente implantación de dispositivos de lectura entre el público lector. La segunda, que el comercio del libro electrónico queda muy lejos de la filosofía del día del libro».
Y añade Daura que «la incidencia comercial del libro electrónico o digital es aún muy insignificante», para concluir de un modo parecido al Gubern de 'Metamorfosis de la lectura' cuando dice que el libro no morirá nunca sino que convivirá con los distintos soportes electrónicos. Dos medios que hoy vemos como rivales, opina Gubern, serán, probablemente, complementarios. «El códice y el rollo coexistieron durante cuatro siglos», dice este catedrático de Comunicación Audiovisual. Lo que parece una tendencia indiscutible es que toda esa literatura gris, libros de consulta, diccionarios, enciclopedias, publicaciones jurídicas y de otras áreas especializadas pueda tener su destino natural en formatos digitales.
Y si en Barcelona no hubo un gran trato a lo digital en su festividad librera, la Feria del Libro de Madrid, que el año pasado no dedicó gran atención a lo electrónico (con críticas casi furibundas por ello), sí que prestará este año más cobertura al respecto. Uno de los actos más relevantes, anuncia su director, Teodoro Sacristán, será la presentación en sociedad de la ambiciosa plataforma volcada a lo digital que conformarán Random House Mondadori, Planeta y Santillana. Una poderosa unión cuya repercusión en el estatus editorial habrá que calibrar con el tiempo. En la Feria de Madrid se podrán descargar contenidos digitales en tarjetas de memoria individuales desde todas aquellas librerías y editoriales que hayan querido ofrecer esa posibilidad. «Eso sí, cacharros no vendemos», bromea Sacristán.
Que las editoriales se acercan, aunque sea tímidamente, al mundo digital es un paso fundamental para que la 'lectura electrónica' se consolide. Hablamos de libros que se leen en PDF o a través de los e-books o e-readers, pero que también se pueden imprimir, ya sea directamente o a través de las ediciones bajo demanda que ofrecen empresas como Bubok. Un ejemplo de esa incipiente colaboración mutua se leía en prensa hace tan sólo unos días: «La editorial Alfaguara coeditará la edición digital de la novela ganadora del II Premio Bubok de Creación Literaria 2010».
En 2009, según datos del Ministerio de Cultura, la edición electrónica en España se incrementó en un 48% respecto al ejercicio anterior, con un total de 12.514 publicaciones registradas en el ISBN. ¿En qué se traduce todo esto? En que la edición digital supone el 11% del total, y que la cifra aumenta considerablemente cada año. Al calor de estas cifras favorables surgen proyectos como Bubok, empresa que cuenta con Andreu Teixidor, que fue presidente de Ediciones Destino durante diez años. En su opinión, es un error ignorar la vertiente digital de la edición, un aspecto que pertenece ya al presente, más que al futuro.
E-litterae que, a diferencia de Bubok, no apuesta por esa edición indiscriminada, sino que selecciona escrupulosamente proyectos que luego moverá por los dos canales actuales: la distribución en librerías convencionales y la descarga en formato digital, preferentemente en el iPad.
¿Estas metamorfosis en la lectura y en la edición aumentará el consumo de literatura? La profesora de la Complutense Ana Martínez Rus ofreció una conferencia bajo este título: 'Del libro popular al e-book'. Y así como en el siglo XIX el libro dejó de ser un objeto sacralizado exclusivo de las clases pudientes y se popularizó gracias a las ediciones baratas y de bolsillo, no es descabellado pensar que en nuestra «sociedad pantallizada», como diría Gubern, los jóvenes adquieran nuevos hábitos lectores gracias al dinamismo de los soportes electrónicos.
Fue hace tan solo unos meses, en octubre de 2009, cuando en la Feria del Libro de Fráncfort se pronosticó que en 2018 el libro digital habría superado al libro impreso en el mercado tradicional. Román Gubern, en su 'Metamorfosis de la lectura' que acaba de publicar en Anagrama, le añade el adjetivo de «pomposo» a tan precipitada declaración. Sin un margen de tiempo lo suficientemente amplio para que se asiente toda esta vorágine de cambios en torno al mundo del libro, jugar a las predicciones implica el riesgo de caer en pronósticos absurdos. Como cuando, en 1883, Albert Robida afirmó en un libro visionario titulado 'Siglo XX' que los trenes dejarían de circular por Francia en 1915.
Porque, como señala Gubern en su ensayo, el volumen del negocio del e-book creció en el ejercicio pasado un engañoso 134%, puesto que sólo representa un aumento del 0,8% de las ventas libreras en Estados Unidos y un 0,6% en Reino Unido. A los dispositivos existentes hasta ahora les faltaba el apoyo editorial para su total implantación.
Poco a poco, las editoriales empiezan a pensar en los libros electrónicos y algunas de ellas como Bubok o, más discretamente, E-litterae, se focalizan de modo preciso hacia ese sector. Sin abandonar el papel, abren sus puertas a los formatos digitales, tanto a la descarga en PDF como a la transmisión a los distintos e-books, teléfonos móviles o e-readers (dispositivos que, entre otras aplicaciones, están pensados para la lectura digital, entre los que el más popular se encuentra el iPad de Apple, que llegará a España en mayo y cuya demanda supera todas las previsiones).
El tiempo ha demostrado que la nueva era del libro no se trata sólo de una conversión tecnológica como la que se dio del paso de la 'casette' al cedé, sino que implica la convergencia progresiva de varios factores. Uno de ellos es el cambio de hábito, porque así como para escuchar música bastan dos oídos y buena predisposición, la lectura en papel o en soporte digital presenta no pocas diferencias. Otra razón de este lento despegue es la poca oferta, al menos de novedades, y especialmente en España. «Me parece preocupante la escasísima oferta de contenidos que hay, lo que lleva a que muchos compradores tengan que acabar recurriendo a formas alternativas de hacerse con estas publicaciones porque las editoriales simplemente no están preparadas», opina Javier Pedreira (Wicho), del blog Microsiervos.
Otros indicadores que confirman la sosegada implantación de lo digital en el campo de la literatura se pueden constatar en actos como el Día del Libro de Barcelona, Sant Jordi, del viernes. Antoni Daura, presidente del Gremio de Editores de Cataluña ofrece, en declaraciones a Territorios, una lectura bastante fiel de la situación actual del libro electrónico en relación al tradicional: «No tenemos prevista ninguna acción específica dedicada al libro electrónico en Sant Jordi por dos razones. La primera, que no hay una oferta comercial potente, con novedades interesantes, ni tampoco suficiente implantación de dispositivos de lectura entre el público lector. La segunda, que el comercio del libro electrónico queda muy lejos de la filosofía del día del libro».
Y añade Daura que «la incidencia comercial del libro electrónico o digital es aún muy insignificante», para concluir de un modo parecido al Gubern de 'Metamorfosis de la lectura' cuando dice que el libro no morirá nunca sino que convivirá con los distintos soportes electrónicos. Dos medios que hoy vemos como rivales, opina Gubern, serán, probablemente, complementarios. «El códice y el rollo coexistieron durante cuatro siglos», dice este catedrático de Comunicación Audiovisual. Lo que parece una tendencia indiscutible es que toda esa literatura gris, libros de consulta, diccionarios, enciclopedias, publicaciones jurídicas y de otras áreas especializadas pueda tener su destino natural en formatos digitales.
Y si en Barcelona no hubo un gran trato a lo digital en su festividad librera, la Feria del Libro de Madrid, que el año pasado no dedicó gran atención a lo electrónico (con críticas casi furibundas por ello), sí que prestará este año más cobertura al respecto. Uno de los actos más relevantes, anuncia su director, Teodoro Sacristán, será la presentación en sociedad de la ambiciosa plataforma volcada a lo digital que conformarán Random House Mondadori, Planeta y Santillana. Una poderosa unión cuya repercusión en el estatus editorial habrá que calibrar con el tiempo. En la Feria de Madrid se podrán descargar contenidos digitales en tarjetas de memoria individuales desde todas aquellas librerías y editoriales que hayan querido ofrecer esa posibilidad. «Eso sí, cacharros no vendemos», bromea Sacristán.
Que las editoriales se acercan, aunque sea tímidamente, al mundo digital es un paso fundamental para que la 'lectura electrónica' se consolide. Hablamos de libros que se leen en PDF o a través de los e-books o e-readers, pero que también se pueden imprimir, ya sea directamente o a través de las ediciones bajo demanda que ofrecen empresas como Bubok. Un ejemplo de esa incipiente colaboración mutua se leía en prensa hace tan sólo unos días: «La editorial Alfaguara coeditará la edición digital de la novela ganadora del II Premio Bubok de Creación Literaria 2010».
En 2009, según datos del Ministerio de Cultura, la edición electrónica en España se incrementó en un 48% respecto al ejercicio anterior, con un total de 12.514 publicaciones registradas en el ISBN. ¿En qué se traduce todo esto? En que la edición digital supone el 11% del total, y que la cifra aumenta considerablemente cada año. Al calor de estas cifras favorables surgen proyectos como Bubok, empresa que cuenta con Andreu Teixidor, que fue presidente de Ediciones Destino durante diez años. En su opinión, es un error ignorar la vertiente digital de la edición, un aspecto que pertenece ya al presente, más que al futuro.
E-litterae que, a diferencia de Bubok, no apuesta por esa edición indiscriminada, sino que selecciona escrupulosamente proyectos que luego moverá por los dos canales actuales: la distribución en librerías convencionales y la descarga en formato digital, preferentemente en el iPad.
¿Estas metamorfosis en la lectura y en la edición aumentará el consumo de literatura? La profesora de la Complutense Ana Martínez Rus ofreció una conferencia bajo este título: 'Del libro popular al e-book'. Y así como en el siglo XIX el libro dejó de ser un objeto sacralizado exclusivo de las clases pudientes y se popularizó gracias a las ediciones baratas y de bolsillo, no es descabellado pensar que en nuestra «sociedad pantallizada», como diría Gubern, los jóvenes adquieran nuevos hábitos lectores gracias al dinamismo de los soportes electrónicos.


Fuente: http://www.lasprovincias.es/v/20100425/culturas/nuevas-lecturas-sobre-lectura-20100425.html

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